ARGENTINA
Visitando al Sr. Green opened in Buenos Aires in June, 2005. From four shows a week, it quickly expanded to seven, and played to full houses throughout its year-long run. It received 3 A.C.E. nominations – Jeff Baron, for Best Foreign Play, Pepe Soriano (Mr. Green) for Best Actor, and Facundo Arana (Ross) for Best Newcomer. Pepe and Facundo won. Jeff and Pepe were also nominated for Clarin Awards (Best Play, Best Actor), and Pepe won.
The production was directed by Santiago Doria and produced by Bruno Pedemonti and Baltazar Jaramillo. The set design was by René Diviú and the original music is by Javier López del Carril.
“In an era of coldness where few things would seem to move us, one is eternally grateful for an artistic feat that can grant us some of our own tears before we leave the theater. This is all due to the humble poetry, exacting direction and acting that makes for authentic tenderness. Jeff Baron, a young dramatist and screenwriter, crafted a piece that is extraordinarily beautiful in its emotions. “Visiting Mr. Green” is a situation play with texture. It is soft, sweet and extremely emotional. Its plot flows on that texture, a simple story and a logical and natural message. Baron attains agility in the dialogue, witty moments and tender brush strokes. He achieves a perfect balance in subtlety, which seems easy, but it is not.”
Pablo Gorlero, LA NACION (translated)
When Facundo returned to television, Visitando al Sr. Green continued with Federico Olivera, then Marcelo Trepat playing opposite Pepe Soriano.
A new tour began in May 2007, starring Soriano and Jorge Schubert. It reopened for several months inearly 2008 in Buenos Aires at Teatro La Plaza. It played its fourth Buenos Aires run at Teatro La Comedia.
“Luego de un accidente automovilístico sufrido por el señor Green, el culpable del mismo, el joven Ross Gardiner debe cumplir con una “probation” visitando a la víctima en su departamento de la calle 80 de Manhattan en la Nueva York de estos tiempos, ayudándole en sus tareas hogareñas. La primera reacción del Señor Green ante la presencia de Gardiner es rechazarlo y negar todo lo sucedido, aunque el joven está dispuesto a cumplir con lo que le ha ordenado la justicia.
Así comienza la trama argumental de esta pieza de Jeff Baron que se dirige fundamentalmente al corazón de los espectadores, quienes son conquistados en primer lugar por un desarrollo sencillo de acciones sucesivas y cotidianas que tienen lugar en el desordenado departamento de Green, luego por un lenguaje de simpleza acorde con la ubicación social de ambos personajes (un viejo judío que vive solo rodeado por los recuerdos familiares y un joven empleado, tan solo como él y también incomprendido por su familia que no acepta su singularidad) y finalmente por la progresiva afinidad emocional que va surgiendo entre los dos hombres, ahogados en sus propias depresiones y neurosis consecuencia de secretos de ambas existencias que no conviene aquí revelar.
Las visitas al Sr. Green se suceden semanalmente. En el conocimiento mutuo y la necesidad imperiosa de uno del otro como si se tratara de padre e hijo en conflictos que se van limando progresivamente, estructuran la pieza que respira emoción y en ocasiones, melodramatismo de auténtica cepa, dirigido certeramente al corazón de los espectadores. El refinado tratamiento escénico de Santiago Doria equilibra delicadamente las acciones y las lleva por un camino sensible y persuasivo. La dinámica impresa a la obra la hace siempre vivaz, con pequeñas sorpresas aquí y allá hasta el final, un poco conciliador quizás, pero lleno de grandeza humana y con un mensaje positivo en la esperanza de una integración plena y empática entre seres que hacen de sus diferencias la esencia de la diversidad, pero en última instancia, empujando hacia el mismo lado.
Una creación realiza el gran Pepe Soriano de este viejito judío lleno de mañas y de aparente hostilidad, acritud que es sólo una cáscara de una ternura escondida en medio de frustraciones familiares y creencias religiosas no siempre demasiado abiertas y flexibles. Malhumorado y fatuo, el Green de Soriano se transforma con el correr del tiempo en un cálido, luminoso y emotivo hombre esperanzado. A su lado, Facundo Arana no empalidece. La creación que hace de Ross Gardiner posee sensibilidad a flor de piel, refinamiento en las actitudes y una genuina ternura que acompaña con una gestualidad construida con dulzura. Ver a ambos sobre el escenario resulta una fiesta. Están rodeados por excelentes escenografía y luces, sugerente e impactante -sobre todo en el tramo final-partitura musical y vestuario acorde con los niveles sociales de ambos personajes.
Símbolo de la tolerancia que el hombre requiere para vivir en una sociedad diversificada y metáfora de los esfuerzos del mismo hombre por lograr la paz universal en el concierto de las naciones, “Visitando al Señor Green” apunta a los más altos valores en un mundo de obsceno canibalismo que, en ocasiones, comienza a vislumbrar la claridad de una plácida aurora.”
Eduardo Giorello, EL DIA